viernes, mayo 07, 2004

Navego como un mensaje: alguien me da forma y me libera, otro me recibe y me interpreta. Soy una misiva encriptada, sólo me descifra quien posee las claves o aquel que las tuvo y se quedó con las llaves, a veces aparece quien sabe ver por los agujeritos del papel, se salta mi seguridad y descubre el texto original.

Cambio siempre según la situación, a veces negrita y mayúscula, otras cursiva, pequeña y redonda, en blanco como un abismo las menos veces.

Cuando no llego al remitente me pierdo, se me tuercen los renglones, se deforman las letras y mi texto se desangra. Alguna vez acabé emborronando aquí o allá, arrugándome sin querer al borrar, echándome tipex para olvidar.