CONVERSACIONES
- ¿Diga?.
- Buenas tardes, ¿hablo con la señora de la casa?.
- No sé.
- ¿No es usted la señora de la casa?.
- Hm...
- ¿Es usted su hija?.
- Depende.
- Disculpe, ¿cómo dice?.
- Que depende, depende de si mi madre es la señora de la casa o no. Si lo es, entonces yo soy la hija de la señora de la casa.
- ¿Podría usted pasarme con su madre?, si es tan amable.
- Mi madre no está.
- ¿Y sabe usted a que hora regresa a casa?.
- Suele regresar a casa alrededor de las siete y cuarto.
- Entonces volveré a llamar más tarde.
- ¿Volverá a llamar?
- Sí, para hablar con su madre.
- En ese caso la llamará a ella.
- ¿Disculpe?.
- Sí, la llamará a ella, no a mí, así que no volverá a llamar sino que hará una llamada completamente nueva.
- ¿Acaso su madre tiene un número distinto?.
- Claro.
- ¿Su madre no vive con usted?.
- No.
- Creí entender que usted era la hija de la señora de la casa.
- Yo simplemente le dije que en caso de que mi madre fuese la señora de la casa, yo sería su hija.
- Veamos, entonces la señora de la casa en la que usted se encuentra ¿quién es?.
- Pues supongo que no tiene.
- ¿Usted no es la dueña de la casa?.
- Ni sí, ni no.
- ¿Cómo?.
- Yo sólo pago las facturas.
- ¡Ah! ¿vive usted en la casa de alquiler?.
- No. La compré.
- ¡Entonces usted es la dueña de la casa!.
- Ni sí, ni no.
- No la entiendo.
- En realidad hasta que no pague la hipoteca, la casa no es del todo mía, sino que puede ser del banco también.
- Uf.