sábado, febrero 09, 2008

Pre-hotel - 2

Un destello amarillo me distrajo de mis pensamientos. Reflejado en el cristal había visto el coche de juguete de un niño que estaba sentado a mi espalda, en la fila derecha. Sentada junto a él, su madre sostenía un bebé que dormía plácidamente chupándose un pulgar. Enfrente de ellos, una adolescente rubia escuchaba música con unos auriculares y de vez en cuando simulaba tocar la batería en el aire mientras cerraba los ojos y se mordía el labio inferior. No me había fijado hasta entonces en los que eran mis compañeros de viaje. Volví ligeramente la cabeza para observar a mi izquierda. Con el respaldo de su asiento pegado a mi barra, había una mujer que rondaría mi misma edad. De tan cerca como estaba, no podía verle la cara. Desde arriba sólo podía contemplar su peinado, perfectamente recogido, con cada cabello en su sitio, y la agenda que sostenía en sus piernas. Con una letra absolutamente pulcra, tenía apuntados todos los eventos del día. Por el lateral, asomaban marcas y banderas de colores, con los que tenía catalogados todos sus compromisos. Pensé instantáneamente en mi mujer, con esa misma manía de tener el mundo bajo control en sus diminutas libretas: el trabajo en su agenda, el pensamiento en su diario. En ese momento, y por primera vez, me asaltó la duda de si realmente la quería.

Pre-Hotel - 1

Justo cuando la lluvia empezaba a intensificarse hasta el punto en que no puedes dar dos pasos sin calarte hasta los huesos, y justo cuando pasaba por su parada, se ha acercado el trolebús número 12. Parecía como si hubiera aparecido allí para mí, y por eso, aunque hacía tiempo que no usaba este medio de transporte, sentí el irrefrenable impulso de subirme. Aquel era uno de los coches más antiguos. Tenía dos filas de dos asientos, algunos enfrentados, y un pasillo estrecho con barras horizontales donde asirse. En el flanco izquierdo, había tres puertas donde el pasillo se ensanchaba y que estaban rodeadas de barras verticales. No me gustan los trolebuses, sus horarios son malos, las conexiones peores, y me incomodan sobremanera los espacios reducidos y abarrotados. Aún me preguntaba qué me había impulsado a subirme en aquél, además para llegar a mi destino iba a tener que realizar todo su recorrido. Como era de esperar, no pude encontrar dónde sentarme, así que me agarré a la barra que había junto a la primera puerta de salida. Reflejado en el oscuro cristal de la puerta, me veía más viejo y más cansado. Hacía tiempo que la rutina y el trabajo no me habían permitido mirarme detenidamente a un espejo ¿cómo había llegado a ser aquel hombre gris con traje y corbata?.

Otra de precuelas

He leído el experimento de Max Extrella, y la historia me ha capturado. Animo a todo el mundo a ser partícipes del mismo en:

http://tabladomarionetas.blogspot.com/2007/11/motel-i.html
http://tabladomarionetas.blogspot.com/2007/11/hotel-ii.html
http://tabladomarionetas.blogspot.com/2007/11/motel-iii.html

Cuando lo leí me preguntaba qué habría llevado a los personajes a esa situación, y decidí enlazar otro experimento al de Max: escribir los acontecimientos previos a esa noche de hotel. Desde entonces tengo algunas frases escritas en un documento word. Como soy poco constante en la escritura por culpa de mi constancia en el trabajo, la única forma de no tardar una eternidad en "postear" el texto completo será ir publicando los fragmentos que vaya pudiendo escribir...