Pre-hotel - 2
Un destello amarillo me distrajo de mis pensamientos. Reflejado en el cristal había visto el coche de juguete de un niño que estaba sentado a mi espalda, en la fila derecha. Sentada junto a él, su madre sostenía un bebé que dormía plácidamente chupándose un pulgar. Enfrente de ellos, una adolescente rubia escuchaba música con unos auriculares y de vez en cuando simulaba tocar la batería en el aire mientras cerraba los ojos y se mordía el labio inferior. No me había fijado hasta entonces en los que eran mis compañeros de viaje. Volví ligeramente la cabeza para observar a mi izquierda. Con el respaldo de su asiento pegado a mi barra, había una mujer que rondaría mi misma edad. De tan cerca como estaba, no podía verle la cara. Desde arriba sólo podía contemplar su peinado, perfectamente recogido, con cada cabello en su sitio, y la agenda que sostenía en sus piernas. Con una letra absolutamente pulcra, tenía apuntados todos los eventos del día. Por el lateral, asomaban marcas y banderas de colores, con los que tenía catalogados todos sus compromisos. Pensé instantáneamente en mi mujer, con esa misma manía de tener el mundo bajo control en sus diminutas libretas: el trabajo en su agenda, el pensamiento en su diario. En ese momento, y por primera vez, me asaltó la duda de si realmente la quería.