miércoles, septiembre 28, 2005

Comienzan los trinos

El novel de literatura francés Gide dijo que "todas las cosas están ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre".

¿Volvemos a empezar?

domingo, septiembre 18, 2005

Crisis

Tengo muchas cosas de qué hablar pero me he quedado muda. Cada vez que escribo un post lo borro de inmediato, no me convencen, no me gustan las palabras ni su distribución.

A veces creo que mantener el blog es una tarea casi imposible. Tengo tantas cosas que hacer, estoy envuelta en tal ajetreo, que cuando tengo tiempo para descansar y redactar algo aquí tengo agotados los recursos, ¿o será que realmente no tengo nada que decir?.

Además hay tantos blogs tan buenos, que a veces me pregunto qué me movió a abrir el mio y por qué razón continúo. Continuamente me pregunto si realmente para mí, como decía Saramago, escribir es un ejercicio de responsabilidad o si por el contrario es un encadenar unas palabras con otras.

Estoy planteándome una remodelación, un lavado de cara, no sé... qué difíciles son las cosas pequeñas.

domingo, septiembre 11, 2005

Postales del verano (1)

Pablo se sentía como aquel cazador de tiburones que había visto sumergirse aquella tarde en el documental. Con el agua por las rodillas y sujetando firmemente su red, estaba dispuesto a atrapar a ese animal que daba tanto miedo a sus hermanos y a su abuela, ¡no podía consentir que por su culpa nadie se atreviera a mojarse ni la punta de los dedos de los pies!.

Tras un rato escrutando la superficie del agua, haciendo caso omiso a las llamadas de su abuela, vio acercarse a su adversario. Rápidamente, colocó la red debajo y en un rápido movimiento, ¡zas! ya lo había atrapado. Orgulloso, salió del agua con su captura, "¡pero qué grande es esa medusa!" comentaban los niños que se arremolinaban a su alrededor, "podría haberte picado" comentó su abuela con una mirada recriminatoria. Él como aquel hombre que había cazado al tiburón, lucía su presa con una sonrisa de oreja a oreja, había sorteado el peligro de una picadura y sus hermanos pequeños lo festejaban y, guardando las distancias, contemplaban los movimientos torpes de aquel cuerpecillo gelatinoso.

Ese día, al regresar a casa, muchos niños como Pablo pensaron que quizás no fuera tan fastidioso no poder bañarse si a cambio se convertían en los auténticos héroes del verano.