Ceniciento
Que me había soñado así, dormida en su hombro. Mi pobre niño encantado... cuando tuvo que salir corriendo, mandé a buscarlo enseguida. Sólo podía ser aquel en cuyo cuello encajara perfectamente mi nariz.
Tiene palomas amarillas adentro de su noble cráneo, estas palomas le circulan durmiendo en el anfiteatro de su palomar cerebelo, y luego el ibis escarlata pasea sobre su frente una ballesta ensangrentada. (Pablo Neruda)