"La poesía aparece así, de modo primario, como revelación de un aspecto de la realidad para el cual no hay más vía de acceso que el conocimiento poético" (*).
¿Es posible desconocer la forma exacta de nuestra experiencia hasta que ésta toma cuerpo en el papel? ¿Puede el escrito que una experiencia nos inspira ayudarnos a comprenderla?
"El conocimiento poético conlleva no ya la posibilidad, sino el hecho de su comunicación. El poeta no escribe en principio para nadie y escribe de hecho para una inmensa mayoría, de la cual es el primero en formar parte" (*).
¿El poeta que escribe pensando en su público (escribe en principio para alguien) no se puede quizás considerar un verdadero poeta, o al menos, su poesía no conlleva el comentado conocimiento poético?
"Un hipotético lector perfecto de su obra podría llegar a conocer la experiencia sobre la que se originaron en el mismo grado en que el poeta la conoció. Digo conocerla, no experimentarla ni vivirla, cosa muy diferente, tan diferente como la vida y la poesía mismas son entre sí" (*).
El autor es el verdadero dueño de su obra en cuanto a que su relación con ella es única, si bien opino que también lo es la relación de cada lector con dicha obra y que ninguno llegará al mismo grado de conocimiento de la experiencia que originó el poema (todos los de los lectores serán distintos entre sí y a su vez distintos al de su autor).
(*) Del ensayo 'Las palabras de la tribu', de José Ángel Valente.