Amistades recientes
Nuestra primera conversación fue acerca de un asesinato, misterioso y en Manhattan, de doce hombres despiadados, del eterno dilema tener o no tener. Hablamos de los áticos, de los coreanos y el metro. Cuando llegamos a la última cuesta, se disculpó, a mí se me salían las sandalias y cuando di la charla me miró con rostro serio, con la mano bajo la nariz. Esa noche detrás del J&B se le cerraban los ojos.
Después de dos meses a través del móvil olía a té. Me prometió invitarme a un paseo entre libros donde atrapó garabatos con hojas en blanco y compró canciones encerradas en palabras.